viernes, 3 de diciembre de 2010

Más Amsterdam


Por la tarde nos reencontramos todos en la Estación Central desde dónde nos acercamos a coger un barco para dar un paseo por los canales de la ciudad. Desde otro punto de vista, pudimos observar muchos edificios históricos del casco antiguo mientras nos explicaban en varios idiomas interesantes datos de Amsterdam. También intercambiamos recomendaciones con los bloggers del otro grupo y nos apuntamos el nombre del restaurante donde habían comido, De Culinaire Werkplaats, para la próxima visita a Holanda.


Tuvimos tiempo de dar un paseo por la Plaza Dam, con el Palacio Real cubierto por andamios por el proceso de restauración previo a la ceremonia de sucesión de la Corona Holandesa, y por el famoso Barrio Rojo con sus chicas exhibiéndose en las ventanas. Según nos explicaron pagan 100 euros al día por el escaparate y cobran unos 50 por servicio. Sólo por curiosidad pregunté si también había chicos en el mercado pero me dijeron que hubo algunos que lo intentaron y no les pareció bien a las prostitutas.



Cenamos pronto en el restaurante Brasserie Harkema. Aunque no teníamos demasiado apetito sucumbimos a sus sabrosos platos e incluso nos pedimos postre. Desde allí cogimos otro tranvía hasta el Museo Van Gogh, dispuestos a experimentar, como lo hacen los jóvenes holandeses, el museo de otra forma: "la experiencia de los viernes en el Van Gogh". Este día, el museo abre hasta las 22:00 h y monta sesiones musicales con Dj´s. Aunque no se trata de una fiesta loca, fue algo diferente poder disfrutar de los cuadros en un ambiente más desenfadado.

Algunos se retiraron a descansar después de un intenso día y otros pocos seguimos investigando la noche amsterdanesa. Como era de esperar, acabamos en un Coffee Shop, donde evidentemente no venden café y sorprendentemente tampoco alcohol. Estudiamos la carta y compramos algo para fumar mientras charlábamos animadamente sobre viajes pasados y futuros.


Al día siguiente, después de un completo desayuno, cogimos de nuevo el tranvía hacia la Estación Central. Dejamos las mochilas en consigna y nos preparamos para la siguiente aventura: recorrer la ciudad en bicicleta, pero no en una cualquiera, en una como la que usan los holandeses, sin frenos convencionales. Para los menos atrevidos existe la posibilidad de alquilar una "normal" pero ya inmersos en la cultura del país, nos la jugamos con éstas cuyos frenos se activan dándole a los pedales al revés.


Una experiencia del todo recomendable que nos permitió conocer el centro de Amsterdam en una mañana, callejeando entre los canales y descubriendo pequeñas tiendas interesantes en la zona de las 9 callecitas (son las calles transversales a los canales Singel, Herengracht, Keizersgracht y Prinsengracht, ubicadas entre la Westerkerk y el canal Leidsegracht). Para los golosos, es imprescindible hacer una parada en la Chocolatería Pompadour. ¡Todavía no consigo olvidar su milhojas! Y si buscáis un regalo original, no dejéis pasar por alto La tienda de los Dientes Blancos, De Witte Tanden Winkel, en Runstraat 5, dónde tienen todos los accesorios inimaginables relacionados con la higiene dental.


Repusimos fuerzas en el original restaurante Mazzo, antes de volver a la estación para dejar las bicis y subir al tren rumbo al próximo destino: Leiden.








1 comentario:

albatros dijo...

Justamente lo que más me atrae de Amsterdam es la posibilidad de realizar grandes paseos en bicicleta a tu aire e ir descubriendo poco a poco lo que la ciudad ofrece.
Interesantes los consejos que aportáis sobre la ciudad.
Antes de realizar un viaje, yo suelo entrar en Trivago, ya que posee una gran cantidad de información sobre los lugares de interés, restaurantes y hoteles, los cuales puedes reservar desde ahí mismo. Todo ello va acompañado de opiniones personales de usuarios que han estado ahí. Sl2