lunes, 8 de junio de 2009

El norte de la Isla Norte y adiós Nueva Zelanda

25 de diciembre: extraña Navidad

Seguimos nuestra ruta por las antípodas, yendo hacia la costa norte desde Rotorúa. Antes de marcharnos de esta agradable población aún tuvimos tiempo de acercarnos a la pequeña villa maorí Mitai y de pasear por el parque Kuirau, donde se pueden ver las pozas de barro hirviendo y otros fenómenos geotérmicos de forma gratuita.

Casa maorí en Mitai

También nos acercamos al lago Tarawera y al bosque Whakarewarewa donde hicimos una pequeña excursión entre enormes secuoyas.

Admirando la altura de las secuoyas

Esa tarde, llegamos a la población costera de Monte Maunganui, donde ya se respiraba un ambiente de vacaciones veraniegas. Nos sorprendió ver hoteles de varias plantas y tanta animación por las calles.

26 de diciembre

Al día siguiente subimos al monte que le da nombre, desde donde pudimos disfrutar de fantásticas vistas de la costa. Más tarde comprobamos cómo eran las antiguas misiones en la vecina ciudad de Tauranga.

Vistas desde el Monte Maunganui

Continuamos por la costa pasando por Katikati y seguimos por la península de Coromandel hasta Tairua y Hahei, un pequeño pueblo con agradables paseos en sus alrededores. A última hora de la tarde nos acercamos hasta la curiosa playa llamada Cueva-catedral, por lo que podéis comprobar en la foto.

Cathedral Cove

27 de diciembre

Al día siguiente nos acercamos hasta la Hot Water Beach (otro de los 101 Must-Do's para los kiwis) para observar un fenómeno geotérmico curioso. Cerca de la playa hay bolsas de magma caliente y cuando baja la marea se pueden excavar pequeñas piscinas con agua caliente que sirven de spa privado. Quizá todavía más curioso es el fenómeno sociológico que esto causa: decenas de personas con pequeñas palas, que alquilan por un módico precio, y se dedican a agujerear la playa en busca del lugar apropiado. No es tan fácil como parece encontrar el sitio exacto y muchas veces el trabajo no sirve de nada. Otros, con más cara, se aproximan a los grupos que ya están terminando la piscina con éxito y les ayudan un poco para poder utilizarla.

Cuando la marea baja, Hot Water Beach se llena

Nosotros preferimos quedarnos mirando y experimentamos el fenómeno solo enterrando un poco los pies, quemaba un montón!! Tuvimos otra sorpresa muy agradable, un grupo de delfines que nos deleitaron con sus saltos y acrobacias.
Los delfines querían llamar la atención

Recorrimos casi toda la península por la costa, visitando Whitianga, llegando hasta las playas de Otama y Opito por pistas de tierra, y los pueblos de Coromandel y Thames, antiguas poblaciones de buscadores de oro que todavía conservan significativos edificios de madera. Tuvimos tiempo de pasear en busca de los primeros Kauris, enormes árboles autóctonos de Nueva Zelanda, y acabamos durmiendo cerca de Miranda, porque habíamos visto que había unas piscinas de aguas termales aunque al final no nos convencieron.

28 de diciembre

Atravesamos Auckland, con el consiguiente superatasco vacacional, camino de Bay of Islands. Comimos un pollo asado en la playa de Mangawhai y en Whangarei nos acercamos a unas cascadas y un mirador. Ya por la tarde visitamos los famosos baños públicos que el artista y arquitecto austríaco Hundertwasser construyó en Kawakawa.

Nunca unos servicios públicos atrajeron a tantos turistas

Terminamos el día en Paihia, decidiendo si hacíamos un último crucero en las antípodas. Al final nos pareció excesivo. Poco a poco teníamos que volver a un ritmo más normal, que la vuelta a casa ya estaba muy próxima. Sí fuimos a varios lugares de los alrededores: las cascadas Haruru, los Treaty Grounds y los antiguos edificios de Kerikeri.

29 de diciembre

Durante este viaje hemos aprendido que no necesitamos verlo todo para disfrutar del destino y que preferimos tener tiempo para sentir lo que vivimos en vez de ir corriendo de un sitio a otro. Por eso dejamos el lejano norte pendiente y cruzamos hacia la Costa de los Kauris, en la parte oeste. Una vez más las carreteras nos llevaban entre bosques impresionantes y pudimos dormir en medio de uno de ellos, el Waipoua Kauri Forest. Aunque ya estaba casi anocheciendo nos acercamos a ver el grandioso Tane Mahuta, dios de los bosques, kauri de 51 m de altura, 13,8 m de circunferencia y casi 2000 años de antigüedad.


Entonces se nos ocurrió la feliz idea de hacernos pasta para cenar. Sacamos nuestra cocinita, dejando la puerta abierta y estuvimos así los 20 minutos de rigor. Cuando nos pusimos a cenar vimos como una multitud de enormes mosquitos había invadido la furgoneta. Intentamos echarlos sin éxito, echamos repelente, matamos unos cuantos, pero aquello parecía no tener fin. Estábamos muertos de cansancio y no había ningún otro sitio donde pudiéramos dormir. Así que comenzamos carretera arriba, carretera abajo con las ventanillas bajadas, esperando que el intenso olor del repelente les hiciera ver que iban a estar mucho mejor fuera de nuestro habitáculo nocturno. Intentamos dormir pero se les seguía oyendo revoletar cerca de nuestras orejas, otro paseito. Hacía mucho que no la liábamos! Al final conseguimos liberarnos de ellos pero cualquiera se atrevía a salir a mear y tener que empezar otra vez de nuevo...

30 de diciembre

A la mañana siguiente repetimos paseos varios por este bosque, esta vez con algún que otro turista. Bajamos por toda la costa hasta Helensville y la piscina de aguas termales de Parakai Springs donde nos dimos un buen baño. Nos fuimos acercando a Auckland y dormimos en un camping de la playa de Piha, al lado de Karekare donde rodaron escenas de la película El piano.

31 de diciembre

El último día del año comenzaba con los nervios de tener que recoger todas las cosas y limpiar la furgoneta porque teníamos que devolverla antes de las 4 de la tarde. De camino aún paramos en el mirador del Arataki Visitor Centre. Ya en Auckland, nos instalamos en el hostel Base ACB y cogimos unas pizzas camino de la oficina de Spaceship. Devolvimos sin problemas la furgoneta y, ya liberados, nos echamos una buena siesta, una reconfortable ducha y aprovechamos para hacer la última colada del viaje y conectarnos un poco a internet antes de los últimos instantes del 2008.

Cenamos un kebab con la botellita de vino que habíamos comprado en nuestra visita a la bodega y entramos en el año nuevo 12 horas antes que la mayoría de vosotros. Fue en medio de la calle, rodeados de cientos de extranjeros mirando todos hacia la Sky Tower, sin campanadas, ni cuenta atrás, ni uvas, solo mirando hacia allí esperando algo que nos dijera que ya estábamos en el 2009. Al fin empezaron los fuegos artificiales. La gente más bien soseta no hacía nada, ni darse besos, ni gritos, menos mal que había un grupo de pakistanies que empezaron a tocar música y animaron un poco el ambiente. Salimos un poco por un club que había debajo del hostel y nos echamos un par de copas. No había que abusar, llevábamos varios meses sin probar el alcohol.


1 de enero de 2009: Felices Años!

El (primer) día de año nuevo íbamos a volar a las 19:40 hacia el que sería nuestro último destino antes de volver a España después de más de seis meses de viaje: Los Angeles. Antes quisimos conocer un poco más Auckland y felicitar el año nuevo a nuestros familiares a las 12 de la mañana en Nueva Zelanda. Aún viviríamos otra nochieveja cuando estuviéramos volando hacia Estados Unidos ya que atravesaríamos la línea de cambio de día.