miércoles, 21 de septiembre de 2011

Aclimatándonos en La Paz

Tomárselo con calma los primeros días, beber abundante agua, no hacer comidas pesadas, probar la infusión de mate de coca... son los consejos más habituales para el mal de altura o soroche. Muchos viajeros la sufren por primera vez al llegar a la capital boliviana, a unos 3600 m sobre el nivel del mar, altura parecida a la de las montañas más altas de España. Afortunadamente nosotras lo llevábamos bastante bien, tan solo notábamos como si de repente fuéramos dos ancianitas a las que nos faltara la respiración si queríamos ir más deprisa de la cuenta.



Controlando los impulsos de querer aprovechar con intensidad cada minuto del día, fuimos capaces de  dosificar fuerzas en una relajada jornada en La Paz.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Bloqueadas en La Paz


Madrugamos con la emoción de partir hacia un nuevo destino: Bolivia. Se supone que el almuerzo está incluido en el autobús en el que viajaremos desde Arica a La Paz, pero aún con todo compramos dulces (unos conos de hojaldre rellenos de manjar) para desayunar y algunas empanadas chilenas. Vamos aprendiendo a ser precavidas y más nos vale, todavía no sabemos lo que nos espera.

Desde la puerta del hostal de la calle Maipu, cogemos el taxi colectivo nº 8 que nos lleva hasta la estación internacional de autobuses. Pagamos los 200 CLP de tasas de embarque y conseguimos unos pocos bolivianos haciendo negocios con las mujercicas cambistas que se supone que son de fiar. Es nuestro primer contacto con las cholitas, mujeres bolivianas que llevan la característica vestimenta con la pollera (una gran falda), enaguas, sombrero y dos largas trenzas entrelazadas al final.

Salimos puntuales a las 9:30. A priori serán nueve horas de viaje a través de impresionantes paisajes altoandinos. Para no pelearnos, y como viene siendo habitual, nos sentamos una delante de otra para tener las dos asiento de ventanilla, al lado izquierdo para poder ver el lago Chungará.


Las expectativas con las vistas no defraudan: volcanes, lagunas, muchas llamas y alpacas pastando entre riachuelos semihelados... pero lo de las nueve horas será otra historia.