lunes, 11 de julio de 2011

En Valparaíso

En su oda a esta ciudad, Pablo Neruda la describió así: "Valparaíso, qué disparate eres, qué loco, puerto loco, qué cabeza con cerros, desgreñada, no acabas de peinarte, nunca tuviste tiempo de vestirte, siempre te soprendió la vida, te despertó la muerte en camisa."

Este lugar sería nuestra primera parada antes de partir hacia el norte de Chile. Deshicimos el camino del día anterior, cogiendo el metro de nuevo hasta Pajaritos para evitar el tráfico del centro. Allí cogimos nuestro primer autobús chileno, muy confortable por cierto y con una pantalla de información para los pasajeros en la que indica, además del santoral del día, el nombre del conductor (para controlar que no sobrepasa las 5 horas de conducción que marca la legislación) y la velocidad a la que se circula, emitiendo un pitido cuando si se sobrepasa el límite.

Compramos billetes en el primero que sale (Pullman, 3400 CLP, a las 9:50). En poco menos de hora y media estamos en la estación de autobús de Valparaíso. Preguntamos por el autobús nocturno a La  Serena. En varias compañías no quedan asientos pero conseguimos dos con Romaní, a las 22:40 (8000 CLP). Amablemente nos guardaron las mochilas en su oficina.


Teníamos toda la jornada por delante, subiendo y bajando,  para descubrir la ciudad, que nos depararía sorpresas inesperadas.



En Valparaíso se pueden diferenciar dos zonas muy marcadas: una plana en la bahía y los cuarenta y dos cerros llenos de casas de colores que la rodean. Comenzamos dirigiéndonos hacia el mirador Diego Portalés en el cerro Barón, al norte. Después de subir nuestras primeras cuestas del día, no funcionaban los ascensores de esta zona, y con ayuda de las indicaciones de las lugareñas, pudimos disfrutar las vistas de toda la ciudad. Allí nos dimos cuenta de las dimensiones de Valparaíso y decidimos utilizar el transporte público para poder aprovechar más el tiempo.

Bajamos a la zona del muelle y cogimos un microbus hasta lo alto de cerro Artillería (350) al sur de la ciudad. Desde allí admiramos la bahía desde otro ángulo, más cerca del puerto, además de ver en funcionamiento el primer ascensor del día.



Descendimos de nuevo hacia la plaza de Armas y subimos otra vez un montón de escalones hasta el cerro Cordillera. Desde la calle Merlet, había un agradable mirador del palacio Baburizza, edificio art nouveau, con el ascensor Peral y el Concepción, el más antiguo de la ciudad.


Volvimos a bajar y subimos la calle Urriola hacia los cerros Concepción y Alegre. Paseamos por sus animadas callejuelas llenas de detalles interesantes e hicimos un descanso para comer quiche en "El desayunador". Continuamos caminando tranquilamente viendo más ascensores, como el Reina Victoria, y miradores, como el del paseo Atkinson.



Bajamos de nuevo y cogimos el ascenosor "El Peral" (100 CLP) para ver el palacio Baburizza de cerca, lástima que siguiera en proceso de restauración. De nuevo en la parte baja de la ciudad, y cuando pensábamos dirigirnos hacia el cerro Bellavista, le pregunté a un hombrecico si se podían ver lobos marinos. Y sí, estábamos de suerte, pero el lugar era el muelle Barón, donde habíamos comenzado nuestro itinerario. Sopesamos si seguir por los cerros o dirigirnos hacia allí, pero pensamos que era mejor cambiar de actividad y finalmente cogimos otro microbus para ver los lobos. Todo un acierto, además de verlos pudimos disfrutar de una bonita puesta de sol.


Por la mañana, habíamos leído en un tablón de anuncios la agenda de eventos y ese día había una obra de teatro a las 19:30. Empezaba a hacer frío y pensamos que sería un final perfecto acabar este intenso día viendo "La Pasionaria" en el Teatro Municipal. Además estaba muy cerca de la estación y todavía nos quedaría tiempo para cenar antes de coger el autobús.

La obra, gratuita, resultó ser una especie de musical en el que se recorría la historia reciente del país con las dificultades para la población obrera de conseguir una vivienda digna. Lástima que hiciera casi más frío en el teatro que fuera, pero aún con todo mereció la pena.


Estábamos lo suficientemente cansadas como para afrontar nuestra primera noche en autobús, rumbo a La Serena.

7 comentarios:

Isabel dijo...

Hola! Con tanto sube y baja casi me mareo,je,je...Si que tiene que ser bonito Valparaiso,que fotos más chulas.Un besico

Silvia dijo...

Muy bonita la autofoto... Qué tal con la cámara nueva?.

Un besico para las dos.

Anónimo dijo...

HOla!! dile a Alicia que al final no pinté, me libré jijiji
Seguro que estáis junticas no? como no veo ninguna foto...pero yo me fio ehh...
Bueno ya veo que os apañáis bien!! a mi me cuesta seguiros con la patata de ordenador q tengo pero...pronto tendré mi nuevo portátil y será todo más sencillo!!! a seguid contando!
Marta

Anónimo dijo...

Hola prima...y ML!
Q alegría poder disfrutar con vuestras andanzas...mientras nos torramos de calor en Zgz, uf!
Hoy refrescó un poco y se agaradece. Es un lujazo los paseos q nos dais por esas tierras... pena lo del café con piernas, quizás a la vuelta jeje.
Yo os leo cada entrada, aunq no tenga tiempo de comentar alguna, sorry.
Sois el equipo ganador...así q a por todas!!!
Con mil biquiños siempre, Elena

Sila dijo...

Martita me alegro que te librases, Isabel, llega un momento que te acostumbras a subir y bajar y eso que ML corre. La camara de ML mejor que la mia, snif, snif... Le salen fotos chulas y casi, casi perfectas, je, je... Elena, veo que nos sigues, asi me gusta.
Las noches, interneteamos que unas chicas tan guapas no pueden ir por la calle, je, je... Besos

Paco Piniella dijo...

Me encantan los ascensores de Valparaíso

Anónimo dijo...

Hola
Necesito sabe en que cerro fotografiaron esa escslera.
Ojala recuerden
gracias
Andrea Andrade