Como suele ser habitual cuando tenemos planeado un
viaje "largo", el primer desencuentro se produce semanas antes de empezarlo y se debe a la preparación del mismo.
El primer paso consistiría en definir qué significa exactamente eso de
preparar un viaje. Y quizás ahí esté el problema fundamental y el origen del conflicto: ¿
hasta qué punto se debe planificar y qué se puede dejar a la improvisación?
En el fondo, estamos de acuerdo en que
algo hay que planear. Lamentablemente, no disponemos de todo el tiempo del mundo ni, mucho menos, de un presupuesto ilimitado. Así que, una vez consensuado el destino, nos vemos casi obligados a
fijar fechas en el calendario y a buscar con cierta antelación los vuelos necesarios para
reducir costes.
En ese sentido,
el transporte terrestre favorece la flexibilidad puesto que es más frecuente que el aéreo, el precio está establecido y es invariable en el tiempo, y no precisa de casi ninguna anticipación. Pero resulta complicado establecer una
ruta de larga distancia sin coger ningún avión y sin saber, aunque sea por encima, cuánto tiempo quieres/puedes dedicar a un destino. Esto último, y la curiosidad por la cultura que vas a descubrir, te empuja a
leer sobre el lugar que piensas visitar. Guías de viaje, revistas,
blogs de viajeros que cuentan experiencias similares,... cada cual tiene su
fuente de información preferida.
Entonces, ¿dónde está el límite entre un
viaje organizado y uno por libre? Evidentemente, si estamos
huyendo del primero no podemos pretender tener atados todos los detalles antes de partir. Sobre el terreno, y en función sobre todo de las características y circunstancias de cada uno,
un lugar puede no tener nada que ver con lo establecido sobre el papel, en uno u otro sentido. Esta afirmación te hace pensar que es buena idea dejar cierto
margen de error en la
planificación teórica del viaje, dentro de los límites que te fijas al comienzo.
A partir de ahí, y como mal menor, cada uno investiga más o menos sobre las distintas posibilidades en cuanto a
sitios que visitar, medios de transporte para conectarlos y la duración de la estancia en cada uno de ellos.
He de confesar que
yo tengo poca paciencia a la hora de leer acerca de los destinos, sobre todo en lo que concierne a datos muy concretos. Me gusta
descubrir regiones interesantes leyendo algún artículo o acudiendo a charlas y proyecciones, pero cuando tengo claro que quiero viajar a un país o zona, me cuesta mucho "estudiarla en profundidad".
ML, sin embargo, estará encantada de empaparse de la
guía LP de rigor y entrar en los foros de viajes que haga falta hasta
satisfacer su curiosidad sobre qué lugares "merecen la pena". Puede que incluso coja un papel y se haga un
planning de dónde dormiremos cada día...
Se trata de una cuestión de gustos más que de tener razón o no. Como todo en esta vida, ambas opciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Frente al ideal de
descubrir un país y una cultura sumergiéndote en ellos, la opción de conocerlos previamente a través de la literatura y
aprovechar al máximo el tiempo. Puede que te baste con preguntarle a la gente cómo ir de un lugar a otro, pero reconozco que a veces viene bien saber dónde se coge
ese autobús y a qué hora sale.
Por supuesto, aparte de estos temas generales resulta inexcusable dedicar un tiempo a "detalles" como qué meter en la mochila, dónde cambiar dinero, cómo tramitar los
visados si son necesarios, las
vacunas requeridas,...