martes, 22 de diciembre de 2009

Stone Town

16 de Julio, Dar - Stone Town (Zanzibar)

Buen desayuno con tostadas en el hotel y, después de reservar otra habitación para el día 22 de julio, cogemos un taxi para ir hasta el ferry. Negociamos el precio con un hombrecico que resulta no ser el conductor sino un apegado que nos acompaña hasta las taquillas. Nos parece todo un tanto extraño y confirmamos con el taxista el precio, no le parece bien pero el espontáneo le convence. No entendemos muy bien cuál será su beneficio porque al dejarnos en la taquilla se va y nosotros pagaremos el precio estipulado. Además se gana la enemistad de todos los cansinos que hay por los alrededores.

Hemos optado por el ferry lento de "Flying Horse", que sale al mediodía.


Nos hacen mal cambio si pagamos los billetes con moneda tanzana así que nos acercamos a un banco próximo para conseguir dólares. Además también necesitamos dinero en efectivo para los días que vamos a pasar en Zanzibar. Nos marean, ahora aquí, ahora allá, los cajeros para conseguir más chelines no funcionan... Tenemos que hacer otra vez fila y además se nos intentan colar de mala manera pero no nos dejamos. Después de todo el lío nos dicen que no podemos cambiar chelines tanzanos a dólares sin un justificante de en qué nos los vamos a gastar, ¡en fin!. Volvemos a las taquillas del ferry esquivando de nuevo a los cansinos y compramos los billetes con algunos dólares que nos quedaban (20 USD cada uno).

Ya casi son las 12 así que embarcamos. Todos los extranjeros somos VIP, con supersillones en el piso superior. Se mueve bastante así que intentamos descansar con los ojos cerrados. Llegamos después de tres horas moviditas y hacemos los trámites de inmigración. Nos sorprende porque estamos dentro del mismo país y además no hemos hecho lo propio en la parte continental, pero incluso nos sellan el pasaporte y tendremos que entregar un impreso de salida cuando nos vayamos.

Ya habíamos leido en la guía la insistencia de los papasi, como llaman por aquí a los cansinos. Es una palabra swahili que significa garrapata, poco después entendemos a la perfección el calificativo gracias a uno de estos individuos.

Resulta imposible deshacernos de él y nos acompaña callejeando hasta el Jambo Inn. Intentamos esquivarlo comiendo primero en un restaurante que hay en la plaza de al lado, pero ni con esas. Pregunto en el hotel mientras Marcos toma el postre, pero está lleno. Vienen más turistas y aprovechamos para despistar a nuestro papasi particular. Conseguimos llegar al Flamingo, donde cogemos una habitación con baño compartido y desayuno por 20 USD.

Ya hemos comido, ya tenemos habitación, es hora de salir a recorrer Stone Town.


Una niña pequeña, nada más salir del cole, se quita con dificultad el pañuelo blanco que cubre su cabeza y cuando lo consigue esboza una amplia sonrisa.

Nos dejamos llevar entre las estrechas callejuelas llenas de vida, con niños que nos saludan, hombres jugando al dominó o a un juego africano con una semillas o a las damas con tapones de botellas de agua mineral. Tenemos que esquivar las numerosas bicicletas que bien sisean o tocan el timbre para avisar de su paso. Llegamos al mar a la altura del antiguo fuerte y la casa más grande de Zanzíbar, con la puerta tallada más grande de Africa Oriental.


Lamentablemente se nos pega otro cansino y no hay manera de que se vaya. Lo ignoramos absolutamente pero insiste más y más. Resistiremos. Disfrutamos de una buena puesta de sol desde la playa, observando como varios grupos de adolescentes practican volteretas y acrobacias. En una plaza que hay justo detrás empiezan a funcionar un montón de puestos de comida callejera. Todavía es pronto para que cenar así que seguimos descubriendo esta ciudad, ya sin nuestra "sombra" que ha desaparecido con el sol.


Buscamos un sito para navegar. Nos perdemos un poco, aparecemos por la zona del mercado con ya casi todo cerrado y un nuevo "amigo" nos hace de guía por media ciudad hasta encontrar un lugar abierto con acceso a internet. Le damos sinceramente las gracias y una propinilla. "¡A lo mejor nos volvemos a ver, Manga!"

Volvemos paseando a la zona de puestos de comida que sigue muy animada. Cenamos pizza-empanada, kebab, una croqueta de pescado con chapati y un par de pinchos, hablando con dos señores de Omán que nos explican que Zanzíbar perteneció su país y que los edificios más emblemáticos los construyeron ellos.

Regresamos solos al hotel, sin contratiempos, a buen paso por las oscuras y estrechas callejuelas de esta impactante ciudad.

17 de Julio, Stone Town - Kendwa

Comenzamos el día desayunando en la azotea del hotel teniendo una visión diferente de Stone Town. Preguntamos por los minibuses que van a las playas y nos dicen que ya han salido a las ocho de la mañana. A la una a lo mejor hay hacia la zona norte pero al este es más complicado. Así que comenzaremos a descubrir más rincones de Zanzíbar por el norte, elegimos Kendwa porque se supone que es más tranquila que la cercana Nungwi. Reservamos po 9000 TZS y vamos a ver el mercado en todo su apogeo.

Al principio me da vergüenza sacar la cámara pero Marcos, muy majico, me anima a preguntar y la gente me va dejando hacer fotos. Hay un estrecho edificio con un ala para el pescado y otra para la carne, el resto del mercado son puestos bajo una techumbre de plásticos que deja pasar la luz entre sus rendijas. Venden especias para turistas, frutas y vegetales diversos, etc. Damos otra vuelta por la zona del pescado, miramos los pulpos, rayas, un pequeño tiburón, bonitos enormes y al fondo una pequeña subasta donde están cortando por la mitad una raya gigantesca.


Continuamos por las callejuelas contiguas donde siguen los comercios: sederías, sastrerías, relojerias... Vamos descubriendo mezquitas, casas asombrosas y rincones especiales de esta interesante ciudad.

Como nos da tiempo nos acercamos a visitar la Iglesia Anglicana, construida en el antiguo mercado de esclavos. Bajo el hotel Santa Mónica todavía se pueden ver dos de las habitaciones donde los hacinaban. Afloran diferentes sentimientos: claustrofobia, repulsión e incomprensión ante tales atrocidades cometidas no hace demasiado tiempo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Moshi, Lusotho y Dar

12 de Julio. Arusha - Moshi.

Habíamos quedado con Thomas, de ActiveTanzania, pronto por la mañana en la agencia para cumplir nuestra parte del "negocio" y traducir parte de su página web al castellano. Desayunamos tranquilamente en el hotel y recogemos todo con la intención de ir hacia Moshi después de comer.

A las tres de la tarde partimos en autobús hacia esta ciudad, famosa por ser una de las bases para la ascensión al monte Kilimanjaro, la cumbre más alta del continente africano. No está dentro de nuestros planes principalmente por los elevados precios, tan sólo la entrada al Parque Nacional cuesta 60 USD diarios. A ello hay que añadir los costes de un guía ya que es obligatorio contratarlo.

Una hora y pico más tarde ya estábamos callejeando en busca de alojamiento, rodeados de "cansinos" y con la mayoría de los hoteles completos. Acabamos bastante saturados y alojándonos en un hotel lejos del centro para librarnos de su molesta compañía.

Habíamos pensado pasar en Moshi un par de días haciendo alguna excursión por los alrededores pero releemos la guía y decidimos ir hacia Dar Es Salam al día siguiente. Intentamos encontrar la oficina de una compañía de autobuses antes de que anochezca para preguntar los horarios pero ha cambiado de sitio. Descansamos un poco en la habitación y bajamos a cenar al restaurante.

Repensamos el itinerario de los próximos días. Probaremos a acercarnos a las montañas Usambara, desde la población de Lusotho. Nos echamos pronto a dormir, estamos cansados aunque hoy no hemos hecho gran cosa.

13 de Julio. Moshi - Lusotho

Empezamos el día con calma. Una buena ducha de agua caliente, desayunamos en el hotel y vamos a cambiar dinero al banco. Cuando llegamos a la estación de autobuses ya no hay uno directo hasta nuestro destino, tendremos que ir a Mombo y luego coger un dalla-dalla hasta Lusotho.

Descansamos durante el trayecto, viendo el Kilimanjaro al principio y las extensas plantaciones de sisal después. Nos hace gracia adelantar al bus de Kananga con el que también coincidimos en Serengueti. Probablemente el dinero que nos gastemos durante los dos meses de viaje será inferior a lo que pagan sus ocupantes por 17 días.

Mercadillo, desde el autobús

En el cambio de transporte aprovechamos para comer y luego comienza la negociación del pequeño minibus que nos llevará a Lusotho. Un hombrecico nos ayuda a conseguir un precio justo aunque se crea bastantes enemistades entre los que ya nos veían como la paga extra semanal. Va lleno llenísimo y durante el trayecto todavía sube más y más gente, algunos van literalmente fuera del autobús agarrados como pueden a la puerta.

Llegamos a nuestro destino a las cuatro de la tarde y un guía de Tayodea, una asociación local con programas de turismo cultural, nos acompaña a buscar hotel. Nos quedamos en el White House Anex, en una habitación recién pintada con baño y desayuno por 12.ooo TZS.

Después nos acercamos a la oficina de esta asociación que da trabajo a varias personas de la comunidad y cuyos beneficios se reinvierten en la misma. Nos apetece apoyar este tipo de iniciativas pero las excursiones que organizan son demasiado caras, 40 USD por una salida al mirador de Irente, al que es relativamente fácil por tu cuenta. Hablamos con ellos tranquilamente y negociamos que nos quiten la comida y hacerlo en mediodía de forma que finalmente pagaremos 20.000 TZS.

También les preguntamos por el mercado de mañana en Soni, un pueblo cercano, pero nos dicen que hay un problema de diarrea y lo han suspendido. Su negocio estrella son los trekkings de varios días por las montañas Usambara con alojamiento en las casas de los campesinos pero no queremos pasar tanto tiempo en esta zona.

Paseamos el resto de la tarde por el pueblo. La gente es muy amable, nos saludan continuamente y los niños nos llaman mzungu entre pícaras sonrisas. Vemos el animado mercado y compramos algo de fruta. Nos llama la atención ver a los bebés, llevados en la espalda sujetados con telas, con zapatos muchísimo más grandes de lo necesario.

Negocios locales en Lusotho

Descansamos en la habitación un poco antes de cenar en el restaurante de la guesthouse. Sólo tienen pollo, qué bien, por lo menos puede ser con arroz en vez de con patatas fritas que ha sido nuestra comida.

Batimos el record de espera. Nos dicen que tardarán 25 minutos, luego 35 minutos, pero no nos imaginábamos que teníamos que sumar los tiempos de espera. Más de una hora después llega nuestra cena, al menos el pollo es guisado con tomate y pimientos verdes en lugar de frito como siempre.

14 de Julio. Lusotho

Hemos quedado a las 9 de la mañana para ir con un guía de Tayodea al mirador de Irente. El desayuno de la guesthouse es bastante pobre, sólo leche en polvo y dos tostadas con mantequilla y azucar con hormigas.

Nos acompaña el mismo chico de ayer. Creo que damos un poco de vuelta para llegar pero está muy bien porque pasamos por pequeños pueblecillos. Hay muchísimos niños que nos saludan sorprendidos, gente trabajando en el campo, huertos de maiz, caña de azúcar, patatas, otros construyendo sencillas casas de adobe, etc.

Vistas desde el mirador de Irente

Llegamos al mirador una hora y poco después y volvemos por otro camino. Pasamos por una granja y compramos queso.

Hay un orfanato y varios colegios en la zona, uno para ciegos y el Rainbow School de educación especial, que visitamos. Está muy bien ya que reciben fondos de la iglesia luterana y del gobierno alemán, además están hermanados con un colegio de allí y a veces vienen voluntarios.

Tienen 28 alumnos distribuidos en tres clases y un programa de autismo para otros 500 niños de la comunidad. Hay una sala de psicomotricidad, con material parecido al que tenemos en España, un cartel con instrucciones de juegos en inglés ("Simon says..."). En las aulas utilizan fotos para ayudar a la comunicación y también tienen sillas de ruedas donadas por Unicef. Hacemos un pequeño donativo y continuamos el paseo hasta Lusotho. Compartimos camino con los escolares que van saliendo del colegio ataviados con uniformes azules.

Rainbow School

Compramos los billetes de autobús para mañana por la mañana a Dar Es Salam y probamos a llamar por teléfono a casa. Tan sólo podemos hablar dos minutos y se corta pero por lo menos sabemos que les van llegando los correos electrónicos y la familia está tranquila.

Comemos en el Tumaini Restaurant. Pizza no hay, pero sí espaguetis con champiñones y ternera con arroz muy especiada. Se agradece cualquier cosa que no sea pollo. Durante la espera jugamos a las cartas y después nos echamos una supersiesta en nuestro hotel, con el ruido de fondo de la televisión del bar que les gusta tener a tope de volumen. Están enganchados a las telenovelas venezolanas en inglés.

Luego viene la "operación ducha". Se suponía que teníamos agua caliente en nuestro baño pero ni siquiera tenemos fría. Abren el tanque y para el agua caliente tenemos que esperar 20 minutos. Después de más de media hora, seguimos sin ella. Pregunto de nuevo y me dicen que me pueden traer buckets (cubos) o ir a otra habitación. Al final nos trasladamos definitivamente de habitación para acabar duchándome con cubos porque sale sólo un hilillo de agua caliente. ¡Así es África!

Salimos a dar un paseo casi a las seis de la tarde. Este pueblo es de lo más divertido. Vemos un rebaño de cabras con un pastorcillo de unos seis años ayudado por otro de apenas tres que va corriendo detrás de ellas con un palo más grande que él.

Luego unas chicas me dicen que voy muy elegante, con mis pintillas de un pantalón bombacho y zapatillas de deporte. Aprovechamos para navegar un rato y descargar la cámara antes de volver a cenar al mismo restaurante. Coincidimos con una familia española que acaba de hacer un trekking de varios días y están encantados con la experiencia.

15 de Julio. Lusotho - Dar Es Salam

En teoría a las 7:45 tenemos que estar en el autobús express a la capital tanzana, aunque hasta pasadas las ocho no aparece y hasta casi y media no salimos. También se suponía que no paraba porque es directo pero lo hace cada 10 minutos y los vendedores ambulantes aprovechan para intentar hacer negocios con sus productos.

Llegamos a Dar Es Salam pasadas las tres de la tarde, bueno a la estación de autobuses de Ubungo que está a 8 kilómetros. Intentamos compartir taxi con algún otro mzungu hasta el centro, pero parece que todos van directos al ferry que va a Zanzíbar. Nosotros preferimos darle una oportunidad a esta ciudad.

Más mercados desde el autobús

Negociamos un taxi y conseguimos que bajen de 15.000 TZS a 8.000TZS que es el precio de referencia de la guía. Nos quedamos en el Safari Inn, doble con desayuno por 26.000 TZS. Está al lado de la Mosque Street, bien situado. Salimos a comer y empezamos a descubrir esta ciudad que casi todos pasan por alto.

Mezquita en Dar es Salam

Hay una gran variedad étnica: negros, árabes y muchos hindús. Pensamos en acercarnos al museo donde están los restos de los homínidos encontrados en la Garganta de Olduvai pero ya han cerrado.

Nos acercamos a las taquillas del ferry pero pasamos de largo porque hay muchos cansinos. En un parque cercano vemos como graban otro video musical muy parecido al que vimos en Arusha y callejeamos hasta el anochecer, poniendo a prueba nuestro sentido de la orientación sin sacar el mapa para no llamar la atención. Intentando ahuyentar a los cansinos decidimos contar que somos de Sudamérica, para que vean que tenemos un nivel adquisitivo menor. Parece que funciona aunque no se lo acaban de creer.

De camino al hotel encontramos un locutorio con llamadas internacionales bastante baratas. Después de descansar un poco vamos a un restaurante lleno de turistas, Chef´s Pride, en busca de comida internacional. Y a dormir. Mañana nos iremos a Zanzibar sin prisas.