Después del superabrazo del reencuentro, cogimos el autobús desde el aeropuerto a la estación Pajaritos (1700 CLP), donde enlazamos con el metro hasta la Universidad de Chile (560 CLP). Hace frío, mucho frío. Sabíamos que era invierno pero pensábamos en unas temperatura más suaves.
Antes de salir de España, habíamos tenido el tiempo justo de mirar por internet un hostel barato y céntrico donde quedar en la capital: Che Lagarto Suites Hostel (habitación múltiple, con desayuno,9 USD). Menos mal que no habíamos reservado porque con todo el lío de las cenizas llegamos un día más tarde. Al llegar comprobamos que los precios en recepción eran considerablemente superiores (15 USD), así que les comentamos la oferta de internet. Estas cosas que no acabo de entender: no nos podían mejorar el precio pero nos dejaron utilizar la conexión wifi para reservar a través de su página web al precio original de 9 USD.
Son casi las dos de la tarde. Aunque necesito una ducha, preferimos aprovechar las horas de luz para ver un poco la ciudad tranquilamente, sin estres, sabiendo que dentro de unas semanas volveremos.
Lo primero que hacemos es conseguir más pesos chilenos. Había leído que en Santiago se consigue mejor cambio (675-677) así que aprovechamos para cambiar bastantes euros. Aunque se suponía que cerraban a las dos, en la calle Estado hay varias oficinas abiertas.
Ahora sí, estamos listas para "andar de paseo", como dicen por aquí a estar de vacaciones, viajando. Nos dirigimos hacia el mercado central atravesando la Plaza de Armas, animada con espectáculos callejeros. Comemos en una marisquería aunque no acertamos con la elección: erizo, frío y picante, y paila, más bien sopa con moluscos que no paella. Por lo menos la empanada de locos (parecido al pulpo), está mejor.
Continuamos hacia el río Mapocho y al girar la esquina, sin esperarlos, de repente, ahí están los Andes nevados. Ya sabemos por qué hace tanto frío. Seguimos hacia Bellas Artes donde vemos un caballo de Botero y muchas parejitas besándose, o bien son muy efusivos o bien no tienen casa.
Subimos al mirador del cerro de Santa Lucía, donde hay que inscribirse en la entrada. Está bastante concurrido y compartimos la opinión de Darwin que en 1833 dijo que las vistas desde aquí eran "ciertamente asombrosas".
Entramos en una galería de artesanía indígena donde se está más calentito y continuamos por la avenida O´Higgins (Alameda) hasta la plaza de la Ciudadanía. Nos perdemos un poco pero Alicia se orienta muy bien, yo por esta vez tengo la excusa del jetlag, y llegamos a la plaza de la Constitución y de nuevo a la plaza de Armas donde visitamos la catedral.
Ya de noche, volvemos al hostel por otra calle peatonal. Nos instalamos y descubrimos que aunque hemos pagado una habitación de ocho, finalmente estamos solas en una de cuatro. Nos pegamos una buena ducha con agua calentita y cenamos en un local de cómida rápida cercana. Probamos el típico "completo", un perrito caliente cubierto con vinagreta, mahonesa, aguacate y tomate.
Un poco de internet en el hostel y a dormir. Nos ha cundido bastante el día, queda pendiente para la próxima visita subir al cerro San Cristobal, tal vez entrar en la casa de Pablo Neruda, ir a algún museo y por qué no ver el ambiente en un café con piernas.
3 comentarios:
Madre mía, qué nivel!! La que decía que no iba a publicar DURANTE el viaje... jejeje.
Seguid pasándolo bien!
Marcos... No seas así... Eso es que cuando vas tú tiene menos tiempo para escribir. Porque ahora entre el Facebook y el blog, casi no le va a quedar tiempo para viajar...
Ahora a lo mejor tengo menos tiempo, Bolivia tiene muy buena pinta pero a lo mejor menos conexión a internet, ya os contaré.
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