martes, 19 de octubre de 2010

Explorando Angkor (I): Beng Mealea


Llegamos a Siam Reap pronto por la mañana, después de haber pasado la noche en el aeropuerto de Kuala Lumpur. Nos hizo ilusión que nos vinieran a buscar, con el "cartelito" que tantas otras veces vemos con el nombre de los demás. Cansados, con ganas de instalarnos en el hotel y descansar unas horas, pensamos que no era el día más propicio para comenzar la visita a Angkor. Sin embargo, sí teníamos ganas de explorar alguno de los templos. Por eso nos pareció que el mejor plan sería acercarnos a Beng Mealea.

Le comentamos nuestro plan al viajero solidario que se encontraba casualmente por allí, y fue un placer compartir con él nuestra primera excursión en Camboya. Después de tomar unos rollitos y un refresco, negociamos rápidamente el precio del tuk-tuk y comenzamos la aventura.

Este templo de principios del siglo XI, está situado a unos 70 km al este de Siam Reap  y para acceder a su interior se paga una entrada independiente de 5 USD. Su visita se puede combinar con el complejo de Koh Ker, aunque nosotros no lo hicimos porque salimos tarde. Su mayor atractivo es que se conserva casi como lo encontraron, dando una visión más real de cómo la jungla engulle los templos, aunque lamentablemente también hasta aquí han llegado las pasarelas de madera, en esta ocasión por el rodaje de la película Dos Hermanos. Otro punto a su favor es que apenas hay turistas, lo que sumado a lo anterior, según las guías de viaje, te hace sentir como un auténtico Indiana Jones.


Hora y media de trayecto con el lento tuk-tuk nos permitieron ponernos al día y compartir anécdotas con Angel, que también venía de Borneo. De vez en cuando mirábamos al cielo temiendo que el chaparrrón pasara por agua la visita, pero tuvimos suerte y no cayó hasta el camino de vuelta, ya anocheciendo.

Lo primero que vimos fue un cartel avisando que la zona había sido limpiada de minas, gracias a un convenio con Alemania. Deseamos poder ver este cartel en otras zonas del país, no sólo en las turísticas.


Como en todos los templos siempre surgen guías espontáneos, algunos niños, que intentan ganarse una propina. Nos liaron un poco y no vimos la entrada principal, así que empezamos trepando por algunos muros, pensando que todo era más complicado de lo que realmente era y añadiendo un toque extra de aventura.


El templo tiene un planta similar al Angkor Wat, con un foso de 1.2 km por 900 m. En él pudimos ver las primeras nagas (serpientes mitológicas con varias cabezas) en las balaustradas, así como bellos relieves bien conservados y los edificios que contenían las bibliotecas.

Aunque comprendo a aquellos que no les gusta hacer fotografías, a veces buscar el mejor encuadre te hace descubrir detalles que de otra forma te habrían pasado desapercibidos.