Disponíamos de cinco días más en esta isla que pertenece al país de Tanzania, de hecho su nombre proviene de las palabras "Tanganika" y "Zanzíbar". Algún otro viajero nos desanimó diciendo que tan sólo encontraríamos playas y resorts pero tuvimos la suerte de conocer algo más de la esencia de este inolvidable paraíso en el oceáno Indico.
Para moverse por la isla hay varias opciones que van desde el alquiler de un vehículo privado hasta la utilización del transporte público (1.500 TZS), más lento pero sin duda más divertido y auténtico. Como punto intermedio en lo referente al precio hay unos minibuses de turistas que hacen las rutas más populares por 9 USD por persona.
En busca de playas tranquilas y sin algas, decidimos distribuir nuestra estancia en dos zonas concretas de la isla: al Norte, en la playa de Kendwa y al Este, en Jambiani.
Para el primer desplazamiento utilizamos los minibuses de turistas, pero el tiempo que nos ahorramos en el trayecto lo invertimos en que nuestros compañeros de vehículo inspeccionaran todos los alojamientos de la cercana playa de Nungwi donde hizo una parada previa. La próxima vez probaríamos el transporte local.
Comparamos varios alojamientos y nos quedamos en un sencillo bungallow. La playa es amplia e invita a pasear, lástima que la temperatura no nos anime a zambullirnos en sus aguas verdosas. Disfrutamos leyendo a Javier Reverte por turnos y probando los distintos restaurantes. Los mayores se encargan de mantener alejados a los niños para que no pidan dinero o caramelos a los turistas, nos es grato que no fomenten estos comportamientos que sin embargo sí potencian en otros países.
Lamentablemente esta playa no resultó ser todo lo tranquila que esperábamos especialmente por las fiestas nocturnas así que después de dos noches nos fuimos hacia el Este esperando encontrar más calma en Jambiani.
En busca de playas tranquilas y sin algas, decidimos distribuir nuestra estancia en dos zonas concretas de la isla: al Norte, en la playa de Kendwa y al Este, en Jambiani.
Para el primer desplazamiento utilizamos los minibuses de turistas, pero el tiempo que nos ahorramos en el trayecto lo invertimos en que nuestros compañeros de vehículo inspeccionaran todos los alojamientos de la cercana playa de Nungwi donde hizo una parada previa. La próxima vez probaríamos el transporte local.
Comparamos varios alojamientos y nos quedamos en un sencillo bungallow. La playa es amplia e invita a pasear, lástima que la temperatura no nos anime a zambullirnos en sus aguas verdosas. Disfrutamos leyendo a Javier Reverte por turnos y probando los distintos restaurantes. Los mayores se encargan de mantener alejados a los niños para que no pidan dinero o caramelos a los turistas, nos es grato que no fomenten estos comportamientos que sin embargo sí potencian en otros países.
Lamentablemente esta playa no resultó ser todo lo tranquila que esperábamos especialmente por las fiestas nocturnas así que después de dos noches nos fuimos hacia el Este esperando encontrar más calma en Jambiani.
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