jueves, 28 de agosto de 2008

Aventurillas por el norte de Laos

Con la suerte que estamos teniendo con los transportes en Laos quisimos asegurarnos un viaje mas agradable que el ultimo y alquilamos una minivan para hacer los trescientos y pico kilometros hasta Luang Nam Tha. Antes habiamos valorado la posibilidad de salir "volando" de este pais pero decidimos darle una oportunidad a esta zona del norte, famosa por sus trekkings y pequeños pueblos de minorias etnicas. Aunque intentamos encontrar alguien con quien compartir los gastos no hubo suerte y tuvimos que pagar entre los cuatro los 180 USD que nos pidieron.

El conductor era muy majete e iba parando en algunos sitios para que hicieramos fotos. El paisaje, verde todo el tiempo, cada vez mas verde, impresionante. Me resisti al sueño y pude disfrutar de las vistas durante todo el trayecto. Una vez paro en un pequeño pueblo y bajamos para pasear por sus caminos empinados llenos de barro. Muchos niños jugando al aire libre. Los mas pequeños se asustaban al vernos pero los mayores nos sonreian y saludaban. Vimos a unos en cuclillas jugando con unas gomas elasticas. Las juntaban todas frotando las manos y despues tenian que ir separandolas hasta poder coger solo una, todo con la palma de la mano abierta. Muy curioso como con tan poco se pueden entrener y pasarlo tan bien. Una mujercica mayor estaba cosiendo y me pidio las gafas. Intente explicarle que eran para ver de lejos pero no me entendia asi que al final se las probo y se dio cuenta, que graciosa estaba!


Durante todo el viaje ibamos pasando por otros pueblecillos de casas hechas con bambu y la carretera estaba llena de gente. Menos mal que el conductor se sabia muy bien el camino y era experto en saltear los distintos obstaculos que nos ibamos encontrando: niños jugando con las chanclas a una especie de petanca en medio de la carretera, caballos, vacas, gallinas, patos, cerdos cruzando tranquilamente con toda la familia... ademas de los baches y desprendimientos propios de la estacion lluviosa.

A falta de 40 kilometros encontramos un camion atascado en una zona donde el barro habia inundado la carretera. Nos veiamos teniendo que dormir alli o volviendo hacia atras. Menos mal que aun conseguimos pasar por un lateral, menos mal que habiamos cogido una minivan porque los autobuses no podian pasar. Que buena inversion!

Unos metros despues, de repente, la carretera parecia de verdad, con dos carriles, asfalto y hasta arcen. Parecia otro pais. Podiamos pasar de 40 por hora, casi no nos lo creiamos. Pero poco duro lo bueno. La "autopista" laosiana tenia tan solo un carril de vez en cuando. Los deslizamientos de tierra hacian que el otro estuviera unos metros mas abajo, cayendose hacia el rio. Da pena que con el trabajo que les habra costado conseguir construir una carretera asi les este durando tan poco.

Aunque se suponia que eran unas 6 horas de trayecto, entre las paradas y el estado de la carretera nos costo bastante mas, llegando casi a las siete de la tarde a nuestro destino. Nos dejo en una guesthouse en la que nos quedamos a dormir, eso si, despues de ver varias habitaciones.

Casi sin pausa fuimos hacia el centro para planificar los dos dias que teniamos antes de partir hacia la frontera con Tailandia. Con las lluvias que estaba cayendo, el barro que debia haber por todos sitios, las sanguijuelas de las que nos habian advertido, pocas fuerzas y menos ganas, y un calzado inadecuado, decidimos dejar el trekking para un posible proxima visita a este pais (en otra epoca del año) y optamos por un tour de dos dias con otra minivan para ver varios poblados en el valle de Muang Sin.

En esta zona de Laos estan teniendo cuidado con los efectos negativos que puede causar el turismo sin control. Por eso han montado un sistema (mas) justo de reparto de los beneficios del turismo de manera que un porcentaje es para la agencia, otro para el conductor y el guia, el gobierno tambien se beneficia y otra parte les llega a los pueblos. Ademas se limita a 9 el numero de personas en un mismo grupo para minimizar el impacto que producen las visitas. Tambien hay carteles explicativos con recomendaciones para los falangs (como llaman por aqui a los guiris) que vamos por alli y hay un proyecto muy interesante que fomenta que lleves libros a los niños (big brother mouse), eso si, no dandoselos directamente a ellos sino al responsable del pueblo. Compramos varios y tambien pinturas y sacapuntas.

Salimos hacia alli el guia, el conductor y nosotros cuatro. Fuimos parando en pueblos de diferentes etnias minoritarias (Yao, Akha, Hmong...). Lo mejor de todo ver lo felices que son la multitud de niños que vimos. En uno de los pueblos se nos fueron acercando poco a poco cada vez mas, de forma que hasta los mas timidos acabaron al final siguiendonos y saludandonos. Todavia lo recuerdo, un pequeñin, en cuclillas desde la ventana de su casa gritando con todo lo que podia "Sabaaaaiidiiii!!" hasta quedarse sin aire. Cuando ya nos ibamos vimos que nos adelantaban, "que estaran tramando?" pensamos. Y al final lo descubrimos, habia que cruzar un puente y estaban todos alli esperandonos...


Cada vez eran mas y la complicidad era mayor. Haciamos algo y nos imitaban asi que lo supimos, ese era el momento de cumplir el objetivo inicial de Lalo en este viaje, enseñarles el Chiki-chiki a los laosianos. Que listos eran, lo repetian todo perfectamente a la primera.

En otro pueblecillo senti una gran impotencia cuando se nos acerco una joven madre con su bebe y nos mostro una gran grieta que tenia en el pezon por la lactancia. Nos pedia medicamentos pero tan solo pudo decirle el guia que debia ir al hospital. Que lastima no ser medico en esos momentos, pero poco mas podiamos hacer. Ademas de no saber que podiamos aconsejarle, en caso de darle alguna medicina podia no utilizarla correctamente o darsela a otra persona para otra dolencia totalmente diferente. Es un riesgo que no hay que correr.

Para dormir nos dieron dos opciones o en Muang Sin o en una guesthouse a ocho kilometros, mas tranquila todavia. Decidimos lo segundo y acertamos: bungalows con terracita hacia los arrozales. Lastima que insectos varios tambien estuvieran muy a gusto en este lugar. Lalo se convirtio en mi mejor amigo del lugar: se cargo a zapatillazos a la araña mas grande jamas vista, que habia pensado que la puerta de nuestro baño era un buen lugar para jugar al escondite.

Al dia siguiente visitamos el mercado de Muang Sin, en tiempos importante lugar de comercio del opio y convertido ahora en zona de compra para las poblaciones cercanas. Como el museo estaba cerrado fuimos de trekking por los poblados cercanos. Habia un poco de cachondeo con Lolita porque queria hacer uno extremo y finalmente acabo siendo mas duro de lo esperado: el guia preguntando por donde se va a los que estaban trabajando entre los arrozales, encontrar refugio para el primer y segundo chaparron pero calados hasta los huesos con el tercero y mas fuerte, cruzar un rio quitandonos los zapatos para poco despues mojarlos enteros cuando rio y camino eran lo mismo. Menos mal que nos lo tomamos con buen humor y hasta hicimos fotos de la ropa tendida en un arbol cuando conseguimos cambiarnos.

El jueves salimos pronto rumbo a Huay Xai, la frontera con Tailandia. Habiamos reservado el autobus (local) para tener buenos sitios y ahorrarnos tener que ir hasta la estacion a 10 kilometros de distancia. Cuando llegamos vimos un pequeño minibus con sillas de plastico en el pasillo, menos mal que nos tocaron asientos de verdad. Bastante encajonados sufrimos la lentitud mas absoluta jamas experimentada: un autobus que va mas lento bajando que subiendo. Un vecino de asiento nos dijo que debia de haber un problema con los frenos y por eso iba en primera, que tranquilidad! Varios desprendimientos sirvieron para darle emocion a nuestra salida del pais. Finalmente fue mas facil de lo esperado, un tuk-tuk desde la estacion hasta el embarcadero y despues de cruzar el Mekong ya estabamos de vuelta en Tailandia.

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